El amor es siempre nuevo. No importa que amemos una, dos, diez veces en
la vida: siempre estamos ante una situación que no conocemos. El amor
puede llevarnos al infierno o al paraíso, pero siempre nos lleva a algún
sitio. Es necesario aceptarlo, pues es el alimento de nuestra
existencia. Si nos negamos, moriremos de hambre viendo las ramas del
árbol de la vida cargadas, sin coraje para estirar la mano y agarrar los
frutos. Es necesario buscar el amor donde esté, aunque eso signifique
horas,
días, semanas de decepción y tristeza. Porque en el momento en que
salimos en busca del amor, el amor también sale a nuestro encuentro.
Y nos salva.
Y nos salva.
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