Es increíble como nos hacemos daño a nosotros mismos. Nos empeñamos en
pensar que la felicidad es conseguir algo difícil, tenerle a él, por
ejemplo. No lo notamos, pero poco a poco nos vamos obsesionando por
conseguir nuestro objetivo, llegamos a pensar que ese es nuestro único
medio de llegar a ser felices. Pero en vez de avanzar y estar más
contentos, retrocedemos y cada vez nos vamos hundiendo más al ver que
las cosas no salen como las planeamos en un principio. Yo me marqué ese
objetivo
para llegar a ser feliz: Tenerle. Sin embargo, no soy estúpida y sé que
pase lo que pase voy a salir perdiendo: Si no le consigo, me hundiré, y
si le consigo, despertaré de mi mundo de fantasía y veré que no me iba a
traer la felicidad. ¿Lo malo? Que aunque sé que voy a perder, no puedo parar..
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