Te odio por cobarde. Por refugiarte en tu inseguridad y que eso te valga como escudo permanente, como excusa permanente. Por tenernos a las dos detrás, queriéndote como amigas y como algo más, y por importarnos tanto que ni siquiera ella y yo somos capaces de llevarnos mal a pesar de vernos como fuertes rivales.
A ti te odio por cara dura, por quererme para lo que me quieres y, a veces, para un poquito más. Por ser quien me entretiene pero que, cuando me abandona y desaparece de la nada, me hace pasarlo mal...
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